El Gobierno estadounidense ha anunciado este lunes el fin de las exenciones para la compra de petróleo iraní, con el objetivo de reducir “a cero” las exportaciones de Teherán, a la vez que tomará acciones “coordinadas” con Arabia Saudí y los Emiratos Arabes Unidos para mantener el suministro global. La decisión, adelantada por The Washington Post, ha provocado una fuerte subida del precio del crudo, que ha alcanzado máximos anuales, por encima de los 74 dólares el barril de Brent, un nivel que no conocía desde octubre del año pasado.
“El presidente Donald J. Trump ha decidido no renovar las Excepciones de Reducción Significativa [SRE, en inglés] cuando expiren a principios de mayo. Esta decisión busca llevar las exportaciones de petróleo iraní a cero, denegando al régimen su principal fuente de ingresos”, indicó la Casa Blanca en un comunicado. Entre los ocho países a quienes Washington había dado una exención de 180 días que culminaba el próximo 2 de mayo, se encuentran algunos de los mayores compradores de crudo iraní: China, Turquía e India.
La decisión estadounidense supone un recorte de facto de la oferta, lo que ha sacudido el mercado del petróleo, con alzas del entorno del 3%, de modo que tanto el barril de petróleo Brent como el Texas tocan máximos de hace seis meses. En el caso del Brent, el barril cotizaba en 74,29 dólares a las 18.00 (hora española), precios que no había alcanzado desde el comienzo de noviembre de 2018. En el caso del Texas, a esa hora cotizaba a 65,88 dólares el barril, máximo desde el 31 de octubre de 2018.
Minutos después de anunciarse la decisión, Trump aseguraba en Twitter que “Arabia Saudí y otros miembros de la OPEP más que compensarán la diferencia en el flujo de petróleo” resultante del cierre de las exportaciones iraníes. Sus palabras no han servido, en todo caso, para relajar el precio del petróleo.
La decisión de Trump sobre las exenciones implica que cualquiera que compre crudo a Irán deberá parar sus compras a partir del 2 de mayo, o será sancionado. Pone fin así a las exenciones a esas sanciones que la administración estadounidense concedió a ocho países el pasado mes de noviembre, cuando anunció que abandonaba de forma unilateral el pacto nuclear de 2015 alcanzado entre Teherán y seis potencias internacionales y volvía a poner en marcha un régimen sancionador contra quienes comerciasen con el régimen de Teherán. Ocho países -China, India, Japón, Corea del Sur, Italia, Grecia, Turquía y Taiwan-, figuraban en la lista de excepciones.
La intención de Trump es elevar al máximo la presión económica sobre Irán endureciendo el embargo, especialmente en el caso del petróleo, su principal fuente de ingresos. Irán promedia en abril unas ventas de cerca de un millón de barriles de crudo al día, algo menos que en marzo y menos de la mitad de los 2,5 millones que llegó a exportar antes de que Washington volviese a imponer sanciones.
Irán, preparado
El Gobierno iraní ha asegurado que está preparado para hacer frente a la decision de Trump y la Guardia Revolucionaria, el brazo armado del régimen, ha reiterado la amenaza de cerrar el estrecho marítimo de Ormuz, en la costa sur del país, en el Golfo Pérsico, frente a Emiratos Árabes Unidos, al tráfico de petroleros. Asegura Teherán que Trump no conseguirá su objetivo de reducer a cero las exportaciones iraníes. El Gobierno chino, uno de los mayores importadores de petróleo iraní, ya ha expresado su oposición al anuncio estadounidense, que le afectaría en buena medida. El portavoz del ministerio de Exteriores, Geng Shuang, ha reiterado que China se opone permanentemente a las sanciones unilaterales de EE UU sobre Irán y que la cooperación bilateral con Irán es siempre de acuerdo a la ley.
Al presumible recorte de oferta que supondría el fin de las exportaciones iraníes se suman este año otros factores que están contribuyendo al alza del precio del petróleo, que comenzó el año en apenas 54 dólares (el Brent). El nuevo repunte de la inestabilidad en Libia o la situación en Venezuela, así como el reciente recorte de producción acordado por la OPEP, aumentan la presión por el lado de la oferta, tirando del precio hacia arriba, lo que choca, en todo caso, con el deseo de Trump de contar con petróleo barato, para lo cual tendrá que apoyarse en el mayor productor mundial, Arabia Saudí, intentando convencer a Riad de que aumente la producción.