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El técnico del Atlético tenía tan clara la estrategia a seguir contra la Juve que el lunes algunos jugadores ya sabían incluso los cambios que habría durante el duelo Diego Costa, sustituido por Morata durante el encuentro de ida de octavos de final entre el Atlético y la Juventus. SERGIO PEREZ REUTERS
La minuciosa preparación de Diego Pablo Simeone del partido ante la Juventus (2-0) tuvo un elemento sorpresa por inhabitual. La rareza consistió en que el lunes el técnico ya le había comunicado a algunos de los jugadores el programa de cambios con el que abordaría la segunda parte para terminar de abatir al campeón italiano. En la charla que el técnico pronunció el miércoles, ya ante todo el plantel en el hotel de concentración, antes de comer, Simeone remarcó su proyecto y reafirmó los cambios previstos. A algunos futbolistas que desconocían la planificación les sorprendió que Simeone divulgara ya los cambios que efectuaría en el segundo tiempo. El entrenador anunció con un tono convencido el once y luego que Morata entraría sobre la hora de juego para terminar culminar el trabajo de zapa y desgaste que le había encomendado a Costa sobre Chiellini y Bonucci. Lemar también escuchó por boca de su entrenador que sustituiría a Koke a la hora de juego y Correa, que entraría en el último cuarto de hora para jugar en punta junto a Morata. La banda derecha, con el menudo delantero argentino ya en el campo, sería para Griezmann.
La estrategia seguida por Simeone estuvo focalizada en la figura de Diego Costa. En los días previos al partido, el hispano-brasileño admitía que se encontraba bien, pero también reconocía sin rubor el sobrepeso que le delataba la parte inferior de su abdomen. Pese a ello, Simeone estuvo convencido de que debía ser el protagonista del partido. En la previa del encuentro con el Rayo ya inflamó su personalidad tildándole de guerrillero. El Cholo admitió haber hablado antes del partido tanto con Costa como con Morata para explicarles lo que pretendía. A este último volvió a repetirle las consignas en la bocana del vestuario.
Precisión
Sin embargo, el rol de Costa iba más allá de ser la bandera anímica de un equipo dispuesto a desplegarse con la decisión de la caballería. En su función se fundían el plan ofensivo y una parte del defensivo. La orden fue balones a Costa y saltarse el paso arriesgado por el centro del campo. Incluso a Griezmann. Solo en el primer tiempo, hubo más de una docena de envíos directos para que Costa los peinara o los bajara con el pecho. La mitad de esos pases llegaron procedentes de la patada larga de Oblak. También algunos saques de banda y faltas en medio del campo puestos en largo buscaron su cabeza.
“Intentamos atacar, pero sin dejar demasiado espacio detrás”, explicó Griezmann. La fórmula para no descubrir esos espacios de los que habló el delantero francés fue no arriesgar con circulaciones por el medio. Con ello, el Atlético evitó durante casi todo el partido tener que correr hacia atrás, uno de los males que le persiguen este curso cuando el equipo se convierte en una máquina de perder balones. Las estadísticas revelaron su empeño por evitar el juego en el centro del campo. Rodrigo, que tiene una media de 55 pases por partido, y Koke, de 67, dieron 43 y 22 respectivamente. Thomas y Saúl, que promedian 43 y 46 pases por encuentro, repartieron 28 y 30 entregas. “Se trataba de ser precisos y de competir cada balón, de ganar cada segunda jugada, que es la esencia de este equipo”, dijo Koke.
Ese juego directo y la batalla de Costa minó sobremanera a Chiellini y Bonucci. El delantero de Lagarto provocó cinco faltas, más que en cualquier partido de los que ha disputado esta temporada. Su última gran contribución fue esa carrera emprendida en campo propio y ganada a Bonucci. La mala definición delató el agotamiento de Costa, pero también que los centrales de la Juve ya estaban maduros para la entrada de Morata como segundo martillo y la velocidad de Correa y Lemar. “Tan pronto como nos pusimos por delante, tratamos de mantener el marcador e intentamos tirar contraataques”, abundó Griezmann.
El plan defensivo de Simeone se centró mucho en la figura de Pjanic, al que consideraba reducirlo y hacerle jugar en situaciones intrascendentes. De ese trabajo también formaron parte Costa y Griezmann en colaboración con Rodrigo, Thomas, y Saúl cuando este pasó al medio tras el cambio del ghanés, que vio una tarjeta amarilla que, como a Costa, le impedirá estar en Turín. El embudo sobre el mediocentro bosnio, arrojó estadísticas significativas que llevaron el partido hacia donde quería Simeone. Los zagueros Chiellini y Bonucci, ambos con 76, fueron los jugadores de la Juventus que más pases ejecutaron, seguidos por De Sciglio (73) y Alex Sandro (71), los dos laterales. Pjanic se quedó en 64, Matuidi en 33 y Bentancur en 41. El resultado de provocar que el peso del juego lo llevaran sus defensas justificó la frase de Allegri que ponderó el plan perfecto soñado por Simeone: “El Atlético desde hace ocho años hace que todos los equipos jueguen mal. Lo logran haciendo el partido más lento”.
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