La placa del final lo resume así: “Carlos Monzón fue declarado culpable de homicidio simple y condenado a 11 años de prisión. Su juicio fue paradigmático porque visibilizó por primera vez un caso de violencia de género doméstica que nunca antes se había debatido en televisión”.
Antes de eso, en el capítulo 13 de la serie Monzón (que terminó este lunes, por Space) se muestran las últimas horas que compartieron el ex boxeador campeón del mundo y Alicia Muñiz. Un episodio intenso, cargado de acción, con planos bien logrados, que potencian el drama de cada situación.
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De lunes a viernes por la tarde.
En febrero de 1988, la pareja ya está separada. Así, la modelo y actriz uruguaya llega en avión a Mar del Plata para ver al hijo de ambos, Mati y, por qué no, para intentar una reconciliación con el hombre de puños de acero.
“Te extrañé”, le dice Alicia (una excelente Carla Quevedo) a Monzón (Jorge Román), en el remís -un Fiat Súper Europa- que los lleva del aeropuerto a la mansión de Pedro Zanni.
“Yo también”, le responde Carlos.
“Y, bueno, entonces dame un besito”.
En la ficción, Carlos Monzón acaba de ahorcar a Alicia Muñiz.
Al principio parece que la pareja está en condiciones de dejar el encono de lado y darse otra oportunidad. Juegan al truco con amigos (en “La Feliz”, cuando está nublado, una de las actividades que más se imponen es la del truco o la escoba del 15). Y también, cuando sale el sol, comen churros en la playa.
“¿Vos me odiás?”, le pregunta Alicia a Carlos, debajo de una sombrilla.
“Vos sos una buena madre. Y ahora estás divina. Pero cuando te ponés de sargento... Me criticás por lo que hago, por lo que no hago...”, le responde el campeón, con poca paciencia.
Hay ternura, se ve, pero también tensión, como si todo pudiera resquebrajarse y estallar en cualquier momento.
A la noche, Carlos y Alicia van al casino. “No tenés el anillo... ¿Por qué te lo sacaste?”, le reprocha el santafesino, un número uno en el ring y en el ranking de celosos.
“Estamos separados... ¿Qué esperabas?”, se le planta Alicia.
“Yo no me lo saqué”, sigue Monzón.
“¿Nunca?”, le pregunta Alicia, desconfiada.
“Nunca. Así que ponételo. Vos sos mi mujer... ¡Que se sepa!”, cierra el campeón.
En una de las terrazas del casino, el Flaco Hermida (un sólido Yayo Guridi, que vendría a ser Alberto Olmedo), intenta calmar a Monzón y, como si apoyara la idea de una reconciliación con Alicia, le dice: “Vas a ver... Se va a poner de moda la familia, el asadito del domingo... Basta de joda, de putas, de casino...” (unos 20 días después, se sabe, Olmedo moriría al caerse del piso 11 del edificio Maral 39, también en Mar del Plata).
Cuando Alicia y Monzón (los verdaderos) eran felices.
Después de algunos tiros en la ruleta, Carlos y Alicia se suman al cumpleaños de un tal Vázquez (por el conductor Sergio Velazco Ferrero), que se festeja en el club Peñarol. Allí, cada vez más encendidos, bailan y toman whisky.
Cerca de las 5 de la mañana, vuelven en taxi a la mansión de Pedro Zanni.
“Ponete un bolero de Favio”, le pide Carlos a Alicia, con las hormonas pidiendo pista.Y se empiezan a besar con ganas sobre uno de los sillones del living.
“Tenemos que volver a estar juntos. Si nos amamos... Si vos tomaras menos”, le dice ella.
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Y vuelven a discutir. Y vuelven a besarse. Y vuelven a discutir. Y vuelven a besarse.
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Ahí, cuando todo parece serenarse, Alicia toca un tema muy sensible para Carlos: el dinero. “No podemos seguir despilfarrando”, le plantea.
Monzón, entonces, se brota como nunca antes. “¿Vos me estás recriminando cómo gasto mi guita?”, le pregunta. “Y... Con lo que me das no me alcanza”.
Enfurecido, sin piedad, Monzón la insulta, la golpea, le arranca el vestido. Sobre la cama trata de asfixiarla. Y llora.
Enseguida, la levanta y la tira por el balcón. Sólo con una bombacha blanca, Alicia queda boca abajo, con la cabeza partida y una pierna doblada sobre su espalda. Luego, para simular una caída, Monzón se tira al lado de ella. El femicidio ya había sido consumado.
A modo de balance, lo más destacado fue, sin dudas, la composición que hizo Celeste Cid del personaje de Susana Giménez.
En el podio, también, habría que ubicar a Diego Cremonesi, como el fiscal Gustavo Parisi, y a Carla Quevedo (Alicia Muñiz).
De gran parecido físico con el Monzón verdadero, tanto Mauricio Paniagua (la versión joven) como Jorge Román (el adulto) tuvieron altibajos: en algunos casos les faltó versatilidad actoral.
En fin. Dirigida por Jesús Braceras, y más allá de algunas licencias propias de la ficción, la serie Monzón abordó con rigor un hecho real, un hecho que causó, y sigue causando, verdadera conmoción.