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El FMI alerta sobre las "lúgubres" perspectivas de convergencia para una cuarentena de Estados pobres donde viven uno de cada siete habitantes del planeta
La asamblea del Fondo Monetario Internacional (FMI) celebrada este mes en Washington elevó el nivel de alarma sobre la que ya había hecho sonar en octubre del año pasado. Los riesgos entonces detectados siguen ahí: tensiones comerciales, geopolíticas y amenazas a los emergentes. Pero esos riesgos son ahora mayores. Grandes países muy poblados como Nigeria, Pakistán o Sudáfrica asistirán en los próximos cinco años a caídas en los ingresos per cápita que los alejarán aún más de las economías más ricas del mundo.
No es solo el FMI. El Banco Mundial acaba de alertar del riesgo de que aumente la concentración de extrema pobreza, sobre todo en el África subsahariana. Esto impediría cumplir el objetivo de acabar en 2030 con este problema que afecta a 700 millones de personas en todo el mundo.
El cajón de sastre de las economías emergentes reúne a países muy heterogéneos con una evolución dispar. “En promedio sí hay convergencia, crecen más los emergentes que los avanzados. Los dos más poblados, China e India, crecen muy por encima de la media. Pero esa parte que padecerá un crecimiento menor es muy preocupante porque reúne a países donde viven 1.000 millones”, asegura desde Washington Gian Maria Milesi Ferretti, director adjunto de Investigación Económica del FMI. Federico Steinberg, del Real Instituto Elcano, no compra la idea de que el acercamiento de pobres y ricos se ha parado, aunque va más lento. ¿Ha cesado la convergencia? “Va por barrios”, sintetiza.
Son precisamente las características de los países afectados por un alejamiento del tren del crecimiento lo que más preocupa a este investigador principal del Real Instituto Elcano. “La convergencia hasta ahora ha estado liderada por China, que sufre un proceso de desaceleración por condicionantes demográficos. La convergencia continuará, pero no a ritmos del 10% como en los noventa. Veo más el problema en países africanos, que son los que más nos interesan en Europa por su proximidad”, añade.
Steinberg considera agotado el modelo que ha permitido a China convertirse en la segunda economía mundial, lo que alimenta las dudas sobre las posibilidades de los emergentes de acelerar su crecimiento y reducir la brecha con el mundo más desarrollado. “La dinámica de la robotización, la automatización y tecnologías como la impresión 3D hacen que el modelo de bajos salarios ya no sea suficiente. Existe la posibilidad de que los países africanos, que son una bomba demográfica, no se enganchen a la convergencia por no poder reproducir un modelo que ha sido exitoso en el sudeste asiático”, concluye.
Milesi Ferretti no tiene tan claro que el modelo de bajos salarios esté ya agotado en otras zonas del planeta. “Es cierto que es más complicado crecer mucho solo a través de un modelo basado en la manufactura, porque ocupa a una menor proporción de trabajadores. Pero sí hay sectores que se pueden beneficiar de los avances tecnológicos. En África, donde la telefonía fija no está muy desarrollada, las nuevas tecnologías pueden impulsar la creación de empleo y la mayor productividad en el sector servicios”, explica. El directivo del FMI insiste en la necesidad de diferenciar: mientras grandes países como Nigeria o Sudáfrica presentan tasas de crecimiento decepcionantes, otros como Etiopía, Senegal o Uganda crecen con energía.
Un vistazo a las previsiones del FMI basta para entender las diferencias. Frente a unas estimaciones de crecimiento anémicas, en el entorno del 1%, para los países ricos en el próximo lustro, los emergentes ofrecerán un porcentaje respetable, del 3,5%, y China se acercará al 6%. Pero al desglosar los emergentes, el Fondo pronostica que los asiáticos (sin China) crecerán por encima del 5% anual. Las economías africanas, las latinoamericanas, las de Oriente Próximo y las de países como Afganistán o Pakistán lo harán por debajo del 2%.
En su visita a China de la semana pasada, Christine Lagarde, recordó la importancia de la segunda economía mundial. “El mundo necesita a China”, dijo la directora gerente del FMI; si no “el crecimiento económico mundial no puede mantenerse”.
“China ha empezado un proceso de reducción de su nivel de endeudamiento. Es positivo. Pero va a afectar a sus tasas de crecimiento”, señala Milesi-Ferretti. “Este es un coste a corto plazo para el crecimiento global, pero que eliminará un riesgo mucho mayor a largo plazo”.