El trato, el primer tema del flamante #El disco, comienza con la voz de Alejandro Sanz acompañada por una guitarra acústica. Sólo eso. Canción de trovador, de las que se la bancan sin ornamentos. Voz y guitarra. Y una letra que diga cosas más o menos interesantes.
Pero a los 39 segundos, El trato incorpora unos violines que entran como pidiendo permiso, suman la ayuda de más instrumentos de arco hasta que la guitarra queda tapada de texturas, emerge y vuelve a quedar sumergida por la Filarmónica de Praga a pleno, para quedarse con la última palabra. O acorde.
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Y ahí, el que se la banca es Sanz. Lo que dice, sin decirlo, o deja en más en evidencia que nunca, es que con orquesta o guitarra, en plan maxi o minimalista, el que manda en su terreno es él, con su voz, su poesía y su decisión de ir por donde se le da la gana.
Porque si Más fue algo así como la confirmación definitiva de que Sanz es de esos artistas que se definen por sí mismo, #El disco es la demostración de que el tiempo no pasó en vano, y de que tome el camino que tome y lo haga con quien lo haga, encuentra el modo de traducir todo a su propio idioma.
#El disco, de Alejandro Sanz. El nuevo álbum del cantautor español incluye colaboraciones de Camila Cabello, Nicky Jam y Residente.
Así haya combinado sus flamantes 50 años con los 22 de Camila Cabello para darle frescura a Mi persona favorita, o con los 28 de la catalana Judit Neddermann, dueña de una voz que te derrite, en Este segundo, dos de las baladas del disco; así lo haya hecho con Residente para otra de ellas, Los lugares, o con el reguetonero Nicky Jam para Back in the City, el resultado es un Sanz auténtico.
Y eso, a esta altura, más allá del bienvenido gesto de búsqueda de una conexión directa con las nuevas generaciones, y de que nos guste o no su estilo, Sanz garantiza un producto con un alto piso de calidad.
Párrafo aparte para No tengo nada, una canción de amor redondita por donde se la mire y escuche, con todos los condimentos, además, que requiere un hit.
Lo interesante, en ese punto, es que ESE idioma es varias lenguas a la vez y a la vez sólo una. Bastante de eso aparece en Te canto un son, entre rasguidos y punteos flamencos, vientos y teclas de la isla y una tímida percusión afro. "Cuba en el alma/y Miami en el corazón/soy un flamenquito en La Habana/soy de Cádiz, te canto un son... Soy salsa y merengue/Mariachi, tango, bolero y son/Vallenato, rock y flamenco." Así de simple.
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En todo caso el aporte de Miami aparece en Azúcar en un bowl, donde Sanz se despacha con un estribillo que hace equilibrió entre el funk y la disco, con el bajo del argentino Guillermo Vadalá haciendo que se lo extrañe por estos lados, y el cantor repitiendo "si la vida son limones, ven conmigo ven pa acá".
Y por si alguien siente que eso es poco, la secuencia "anglo" la completa It's OK, una suerte de diálogo en clave de soul, donde los vientos entran y salen mientras el ida y vuelta de frases se superponen y un coro mántrico insiste con que todo va a estar bien. Y la verdad es que da ganas de que vaivén sónico dure un rato más. Pero no. Apenas si queda tiempo para una mezcla alternativa, "binaural", de Te canto un son.