El equipo celebra su victoria en semifinales. FOTO: JOSEP LAGO VÍDEO: FC BARCELONA FEMENI
Hay partidos buenos y malos, están los olvidables y los memorables; quedan los eternos. Un Barcelona épico se abrazó a la gloria. Un relato que se podrá contar una y otra vez tras dejar en la lona al poderoso Bayern. No se llenó el Miniestadi, pero la hinchada lo disfrutó igual. Por supuesto, también las azulgrana. Jugaron un rato, sufrieron mucho, ganaron con lo justo. Y apareció Martens. La mejor jugadora del mundo en 2017, insignia de este nuevo Barça, desequilibró al Bayern para que rematase Mariona desde el punto del penalti. Quedaba trabajo para el Barcelona, mucho después de que Hamraoui viera la roja. Defendió el Barça, como se defienden las grandes historias, esa que cuenta cómo el Barcelona femenino se convirtió en el primer equipo español en alcanzar la final de la Champions League.
Barcelona: Paños; Torrejón, Pereira, Mapi León, Ouahabi; Losada, Alexia Putellas, Hamraoui; Martens (Aitana, min.87), Mariona (Andressa Alves, min.86) y Duggan (Oshoala, min.71).
Bayern: Benkhart; Lewandowski, Hendrich, Wenninger, Schweers; Magull (Roord, min.58), Leupolz, Skorvankova (Demann, min.78), Rolfö; Dabritz y Damnjanovic (Islaker, min.71) .
Goles: 1-0, min.45+2: Mariona, de penalti.
Árbitro: Esther Staubli (Suiza). Amonestó a Vicky Losada (min.21), por parte del Barcelona; Skorvankova (min.8), Wenninger (min.40), Lewandowski (min.45), por parte del Bayern de Múnich. Expulsó por doble amarilla a la jugadora del Barcelona Hamraoui (min.58 y min.70).
Incidencias: Partido de vuelta de las semifinales de la Liga de Campeones disputado en el Miniestadi ante 12.764 espectadores.
Cuesta asimilar los cambios, lo sabe Martens, que padeció su adaptación al Barcelona y a la fama, como lo sabe el técnico alemán Wörle, condenado después de quedar fuera de la Copa, la Bundesliga y en la Champions. Piedra angular del fútbol alemán, el Bayern tardó en jugársela por el femenino, como sí lo hace desde hace tiempo el Wolfsburgo y los campeones de la Orejona: el Frankfurt, el Turbine y el Duisburg. Los ganadores tienen poca tolerancia a la frustración. Entonces, después de jugársela por el femenino, cuando el equipo de Wörle se quedó fuera de la Bundesliga y la Copa, siempre a manos de Wolfsburgo, el entrenador quedó KO. De hecho, ya sabe que no seguirá. Un temblor que llegó en medio de las semifinales de la Champions ante el Barça. Un coco frágil, oportunidad única que no dejó escapar el Barcelona.
La campaña de las azulgrana, en cualquier caso, no fue un camino púrpura ni mucho menos. Por momentos preso de los saltos agigantados del femenino, en otros de la ansiedad, el Barcelona perdió a su entrenador en medio la temporada. La liga Iberdrola se le escapa al cuadro azulgrana, el club más rico de España, situación no fácil de entender desde los despachos. El crecimiento económico del Barça exportó talento, lujo no fácil de encajar, sobre todo cuando hay que bajar al barro en campos inhóspitos del femenino español, muy lejos del glamur de la Champions.
A Martens, Duggan o Hamraoui les puede llegar a escocer LaLiga, en cambio les encanta la Champions. La francesa cantó el histórico gol en Múnich y Martens fue decisiva en el Mini, mientras que Duggan es una de esas delanteras peleonas, incordio permanente para cualquier zaga. Las jugadoras españolas, sin embargo, nunca fallan. Como Alexia. Paños, esencialmente como Mapi León. La defensa dio cátedra ante el Bayern, un muro imposible de escalar para las potentes delanteras alemanas, este domingo una tromba dispuestas a reconquistar el terreno perdido.
El Bayern no estaba dispuesto a correr detrás del balón como ya lo había hecho en Múnich. Indultadas algunas de las figuras, señaladas por el técnico Wörle tras el fiasco en la Bundesliga, el cuadro alemán salió a morder al Barça. Pero la gloria se aferra al fútbol, también a la suerte, como cuando el travesaño le negó el gol a Leupolz. Más cerca del área de Paños que de Benkarth, al Barcelona le costó más de media hora descansar con el cuero, sin posesiones largas, llave de su fútbol. Y, cuando atrapó el balón, compró el billete a la final de Budapest. Fue un rato corto, minutos para rebobinar para siempre. No había dudas: Martens ya era Martens. Un martillo para la defensa alemana, indescifrable en el mano a mano, parada con falta por Lewandowski en el área, cuando enfilaba al gol. Mariona cogió el balón con calma, más segura todavía para lanzar el penalti que liquidó el duelo. Quedaba, sin embargo, mucha arena en el reloj. Pero para trascender, había que aprender a sufrir.
Y cómo sufrió el Barça, si hasta perdió a su pulmón en la medular, Hamraoui, por una infantil doble amarilla. El Bayern estaba al acecho, sin tiempo ni espacios para que el Barça pescara el balón. Momento de Paños y del poste, que volvió a decir presente en el partido, otra vez para rescatar al Barça. Apareció el Miniestadi: los 12.764 espectadores (récord del segundo estadio del Barcelona para un partido del femenino) impulsaron al equipo de Lluís Cortés. Comunión entre la hinchada y las muchachas azulgrana, que ninguno parecía querer romper. Nadie se quería ir del Mini, que tardó tanto en vaciarse como en llenarse. Era el momento de la gloria. Gloria para el fútbol femenino. No importa lo que pase en Budapest, el Barça ya ganó su Champions.
Puedes seguir Deportes de EL PAÍS en Facebook, Twitter o suscribirte aquí a la Newsletter.