Las líneas de liquidez que ahora se activan forman parte de unos acuerdos ya antiguos, firmados en octubre de 2013 no solo por el Banco Central Europeo (BCE) y el Banco de Inglaterra (BoE), sino también por los bancos centrales de Estados Unidos, Canadá, Japón y Suiza. Ahora se utilizará en un momento especialmente caliente. Tal y como ocurrió durante crisis como la de los ataques yihadistas del 11-S de 2001 o la caída de Lehman Brothers en 2008, los banqueros centrales tratan de eliminar factores de riesgo, ahuyentando los temores a un escenario de falta de liquidez. Como aseguró el martes el BCE, la decisión supone por parte del Banco de Inglaterra un paso “prudente y de precaución” con el fin de asegurar “flexibilidad adicional” en las condiciones de liquidez para el funcionamiento de los mercados.
“Estas medidas extraordinarias son oportunas, ya que una retirada de fondos que no pudiera ser satisfecha por el sector bancario pondría en serios aprietos a las entidades si no pudieran afrontar la situación”, asegura Joaquín Maudos, catedrático de Análisis Económico en la Universidad de Valencia. “Los bancos centrales no están ciegos y saben que un Brexit, ya sea duro o blando, es extremadamente probable en menos de un mes. Su responsabilidad es tomar estas medidas de precaución”, añade Carsten Brzeski, economista jefe de la filial alemana de ING.
El Banco de Inglaterra adopta la decisión de conceder préstamos en euros a partir del 13 de marzo a las entidades que requieran liquidez pese a que, como señala la entidad, “el sistema bancario británico es lo suficientemente fuerte para hacer frente a los shocks económicos que podrían acompañar al peor escenario de un Brexit desordenado”. Así lo aseguraba el Comité de Política Financiera de la autoridad monetaria británica en su reunión del pasado 26 de febrero, cuyas actas acaban de ser publicadas. La estabilidad financiera no es lo mismo que la estabilidad de los mercados. Y es previsible una volatilidad significativa en estos mercados en el caso de un Brexit sin acuerdo, añadía este organismo.
La fecha de salida de Reino Unido de la UE está fijada oficialmente para el próximo 29 de marzo, y los esfuerzos realizados por la primera ministra, Theresa May, por sacar adelante en el Parlamento el Acuerdo de Retirada pactado con Bruselas han resultado hasta el momento fallidos. El reloj ha comenzado ya su cuenta atrás, y aunque se ha abierto la puerta a la posibilidad de que Westminster obligue al Gobierno a reclamar una prórroga de la fecha de abandono de la UE, tanto las administraciones públicas como las empresas trabajan desde hace meses en los preparativos necesarios para afrontar una salida a las bravas.
“El anuncio es una medida de precaución acorde con los objetivos de estabilidad financiera del Banco de Inglaterra”, explica la máxima autoridad monetaria. “Con estas operaciones, aquellos bancos y sociedades hipotecarias que cumplan los requisitos establecidos y forman parte del marco monetario de la libra esterlina podrán solicitar préstamos en euros”, continúa. El BoE devolverá las cantidades en libras al BCE.
El BoE advierte en su informe de que, a pesar de que los posibles riesgos para la estabilidad financiera que provocaría un Brexit desordenado en las operaciones transfronterizas de servicios financieros han sido mitigados, “siguen existiendo riesgos potenciales por la falta de acción de las autoridades europeas”. Con esta advertencia la institución se refiere a la queja que ya expresó con anterioridad por la falta de voluntad de la Comisión Europea, como sí han hecho las autoridades británicas, de permitir a los bancos ingleses seguir realizando transacciones internacionales relacionadas con contratos de productos derivados después del Brexit. En estos momentos existen contratos de ese tipo por más de 23 billones de euros que no alcanzarán su fecha de madurez hasta después de marzo de 2019.
Exigencias más duras
El Comité de Estabilidad Financiera del BoE avisa, además, del riesgo de que los bancos de la UE y las compañías aseguradoras reduzcan su apetito por activos británicos, ya que “deberían hacer frente de inmediato, si Reino Unido abandona la UE, a exigencias de prudencia financiera mucho más duras en toda aquella deuda soberana o de entidades británicas que retengan”.
No es la primera medida que se adopta para evitar los efectos más nocivos de un abandono británico de la UE a las bravas. El Gobierno español aprobó el pasado viernes un decreto con el que trataba de asegurar que, de consumarse el Brexit duro, se mantendría el funcionamiento normal de los flujos comerciales entre los dos países y, sobre todo, garantizar los intereses de los españoles en Reino Unido.
En noviembre del año pasado, el BCE recapituló qué bancos de qué países le habían enviado planes de contingencia ante la primera ruptura en la historia de la UE. El organismo que dirige Mario Draghi recordaba que, como consecuencia del Brexit, algunas entidades habían decidido desplazar a la zona euro algunas actividades, por lo que las tareas de supervisión recaían en el BCE. “A todos los bancos que vayan a quedar sujetos a la supervisión directa del BCE se les realizará un análisis completo”, decía el organismo, que dio de plazo hasta el segundo trimestre de 2018 para que las entidades remitieran sus planes para el Brexit.
El economista alemán Brzeski asegura que la decisión por parte del Banco de Inglaterra era esperada. “Se trata de un requisito básico para amortiguar cualquier turbulencia en el mercado interbancario para cualquier tipo de Brexit y, más aún, si acabáramos teniendo un Brexit duro. Este tipo de herramientas se ha convertido en instrumentos habituales para amortiguar las tensiones”, explica. “Es mejor prevenir que curar. Y por tanto es mejor firmar un acuerdo prudente de intercambio de divisas para evitar posibles problemas de liquidez”, concluye Maudos.
El Banco Internacional de Pagos alaba los últimos pasos dados por los grandes bancos centrales del mundo para aminorar las tensiones financieras de finales de 2018. Así lo explica el organismo que coordina a los bancos centrales en su documento trimestral publicado el martes. “El curso de la política monetaria cambió en junio. Las señales de una política más acomodaticia por parte de los bancos centrales en las grandes economías pusieron las bases para un alza en los mercados que revirtió las pérdidas de diciembre. Entonces comenzó una nueva fase de optimismo”, añade el texto.
El organismo con sede en Basilea (Suiza) se refiere tanto al anuncio de la Reserva Federal de EE UU de que sería flexible ante el empeoramiento de la coyuntura como a las palabras del jefe del BCE, Mario Draghi, avisando de que los riesgos se habían desplazado hacia la baja. “A partir de enero, los mercados rebotaron y recuperaron las pérdidas sufridas desde primeros de diciembre. Con el respaldo de la ligera mejoría de las perspectivas económicas, su evolución volvió a depender en gran medida de las actuaciones de los bancos centrales”, asegura Claudio Borio, jefe del Departamento Monetario y Económico del BIS.