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Los rojiblancos dejan tocado al campeón italiano con una exhibición de la mejor versión del estilo de Simeone y dos goles de sus centrales, Giménez y Godín Godín marca el primer gol del Atlético. G. A. Moreno Getty
Un gran Atlético, enraizado a su identidad, eléctrico y combativo, terminó por llevarse por delante a la Juventus. El campeón italiano, amenazante con Cristiano de inicio, fue apisonado por una horda de jugadores envalentonados que firmaron uno de esos partidos incendiarios y emocionales. La ventaja de dos goles, que pudo ser mayor de no mediar el VAR en un cabezazo de Morata, le da un colchón muy respetable para Turín. Dos tantos de ímpetu en dos jugadas a balón parado, dos goles de sus centrales, Giménez y Godín. Atlético en estado puro. Pero sobre todo, fue el renacimiento como equipo mordedor y martilleante y la descarga de voltios con la que se desplegó lo que le encumbró en una noche para recordar.
Atlético: Oblak; Juanfran, Giménez, Godín, Filipe Luis; Saúl, Thomas (Lemar, m. 61), Rodrigo, Koke (Correa, m. 67); Griezmann y Diego Costa (Morata, m. 58). No utilizados: Adán, Savic, Arias y Kalinic.
Juventus:Szczesny; De Sciglio, Bonucci, Chiellini, Alex Sandro; Betancur, Pjanic (Can, m. 72), Dybala (Bernardeschi, m. 80), Matuidi (Cancelo, m. 84); Mandzukic y Cristiano Ronaldo. No utilizados: Perin, Rugani, Cáceres y Spinazzola.
Goles:1-0. M 78. Giménez. 2-0. M. 83. Godín.
Árbitro: Féliz Zwayer (Ale). Amonestó a Diego Costa, Thomas, A. Sandro (los tres no jugarán la vuelta) y Griezmann. VAR: B. Dankert.
Wanda Metropolitano, 68.000 espectadores.
Para la guerra que se intuía, Simeone escogió a su guerriIlero de cámara. Diego Costa, aunque este aún luzca sinuosas y visibles curvas en la parte inferior de su abdomen. Una señal más de que el Atlético había preparado este partido alrededor de la jerarquía y el carácter. La vieja guardia pretoriana del técnico salpicó la alineación en defensa, Juanfran, Godín y Filipe. En el medio, el cuatrivote. Simeone en toda su extensión, dispuesto a dirimir el combate con los capítulos más extremos de su libreto.
Le respondió su equipo enfundándose la piel de ese grupo salvaje que en noches como esta compite con las vísceras en la boca. Todo acorde con el clima volcánico instalado en el Metropolitano. El contexto ideal para que todo girara en torno a la figura de Costa. Encendido, asumió el papel a lo grande. Lo mismo veía una amarilla por adelantarse en la barrera, que le elimina para Turín, que daba un recital de controles con el pecho y peinadas, o se encaraba con Allegri.
Las pinturas de guerra de trazo más grueso las lució el hispanobrasileño para comandar la salida envalentonada de su equipo. Enfrente, la Juve trataba de calmar el fútbol de alto voltaje con el que se encontró. Fue Cristiano el primero que avisó enseñando el cañón de su pierna derecha en un libre directo. Cuando la pelota salió despedida con violencia, un silencio cortante apagó la descarga de decibelios e improperios contra su persona. Oblak respondió bien colocado enviando la pelota a saque de esquina con una estirada sobria. Thomas, con un derechazo desde fuera del área, también probó la fiabilidad de Szczesny.
Diego Costa, actuación estelar
En ese tramo inicial el partido parecía disponerse a un intercambio de golpes. Cada uno con sus armas. La Juve llevando la pelota desde Pjanic hasta el agitador Dybala y Cristiano, que en su nuevo equipo se mueve como un general. Él elige los momentos en los que cae a la derecha, a la izquierda o al medio. Dybala y Mandzukic abandonan de inmediato la zona elegida por el portugués. Espoleado por el griterío en su contra, por momentos se olvidó de su exclusiva figura de rematador y pretendió erigirse en el dueño del partido. No lo logró porque por encima de él Costa siguió con su estelar actuación.
El Atlético siguió encomendado a toda la parafernalia canchera y a todo el repertorio de su mejor combatiente. Cada robo de balón en el centro del campo fue una catapulta para lanzarle. En una de ellas, De Sciglio, al que Allegri prefirió por Cancelo por cuestiones de seguridad, le derribó con un agarrón cuando se disponía a pisar el área. El colegiado señaló el punto de penalti, pero el VAR determinó que la falta fue fuera del área. Griezmann se sacó un potente disparo colocado con el exterior que volvió a repeler Szczesny.
Sin noticias de Cristiano
El partido ya fue siempre del Atlético. Machacón e imponente para reducir a la Juve a nada. Ya apenas hubo noticias de Cristiano y sí de Diego Costa, que salió del vestuario con el mismo talante de rejoneador. Griezmann le lanzó a una carrera que le midió con Bonucci. Ganado el pulso al central italiano, su toque con el interior se escapó por medio metro. No respondía la Juve, engullida ya por el torbellino rojiblanco. Un pase de Koke nacido de un rechace dejó a Griezmann en un duelo con Szczesny, que estaba adelantado. La delicada vaselina del francés no fue coronada como merecía la obra porque el polaco metió la manopla para desviar la pelota al travesaño.
No bajó las revoluciones el Atlético, bien dosificado por Simeone, que retiró en progresión a Costa por Morata, a Koke por Lemar y a Thomas por Correa. Morata marcó con un cabezazo rotundo que el VAR anuló por empujón a Chiellini que este exageró. Los centros al área se convirtieron a partir de entonces en un martirio para la Juve. De un córner nació el rechazo que cazó Giménez para abrir el marcador. Y de una falta lateral, peinada primero por Godín y remachada por este mismo, llegó el éxtasis. Y la justicia para un equipo que esta vez sí hizo de sus señas de identidad el camino al éxito, en el que Oblak tuvo el papel estelar final atajando un duro disparo de Bernardeschi. Hubiera sido demasiado premio para el desfigurado campeón italiano.
Morata, tras marcar su gol anulado por el VAR. Luis Sevillano
El calendario fue caprichoso con la llegada de Morata, que ha disputado sus dos primeros partidos como rojiblanco en el Wanda frente a dos de sus exequipos, el Madrid y la Juve. “Espero que tenga muchas ocasiones para saber si celebro o no los goles”, respondió el delantero cuando le preguntaron por sus sentimientos si anotaba frente a los blancos o los juventinos.
Y el caso es que Morata marcó contra el Madrid, y lo celebró, pero el gol fue anulado por fuera de juego después de la intervención del VAR. Y marcó contra la Juventus, y lo celebró, exhibiendo de nuevo sentimiento colchonero ante la grada, pero el gol, también esta vez, fue anulado por el VAR, en esta ocasión por una falta a Chiellini.
El ariete madrileño tardó en festejar la diana nada más marcar de cabeza, seguramente porque temía que le señalaran la infracción. Su segundo ‘no-gol’ con el Atlético.
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