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Las bajas en el ataque y la lesión de Vertonghen exponen a los ingleses a la trituradora de De Ligt y Tadic, referencias de otra gran actuación del equipo holandés Van de Beek marca el gol del Ajax. Kirsty Wigglesworth AP
Devastado por las bajas de sus atacantes más resolutivos, al Tottenham solo le restó aguantar ante un Ajax que no deja de consolidarse. En la refriega perdió a Vertonghen, su central más claro con la pelota. Un choque con Alderweireld le obligó a abandonar el campo antes del descanso. Pochettino metió a Sissoko, formó un doble pivote con Wanyama, y controló mejor las maniobras de Tadic. Pero el Tottenham se aplanó en exceso y únicamente logró prosperar por las bandas en un intento desesperado por resistir. Reagrupado en la segunda parte, el Ajax pareció inclinarse por proteger la ventaja obtenida con el gol de De Beek que coronó otra actuación memorable.
TOT
AA
Tottenham
Lloris, Vertonghen (Sissoko, min. 38), Alderweireld, Davinson Sánchez, Wanyama, Trippier (Juan Foyth, min. 79), Danny Rose (Ben Davies, min. 79), Dele Alli, Eriksen, Llorente y Lucas Moura.
Ajax
Andre Onana, Daley Blind, Veltman, Tagliafico, Matthijs de Ligt, Schöne (Noussair Mazraoui, min. 64), Frenkie De Jong, Donny van de Beek, Hakim Ziyech (Huntelaar, min. 86), David Neres y Tadic.
0-1 min. 14: Donny van de Beek .
Antonio Miguel Mateu Lahoz
Veltman (min. 62) y Tagliafico (min. 29).
Sobre las pizarras, no hay circulación de balón capaz de resistir una presión bien organizada. Ya lo dijo el tragicómico Bielsa: “Si mis jugadores fueran robots yo ganaría todos los partidos”. Allegri triunfó en la pizarra. Pochettino también. El problema de enfrentar al Ajax no es esquemático, ni organizativo. Es energético. Mientras no se agotó el depósito de combustible de Wanyama, mientras Dele Alli tuvo fuerza para correr a ubicarse ahí donde había que formar una línea de cobertura y cortar un pase, mientras Eriksen permaneció fresco para acudir a apretar a los rivales que se desmarcaban, los planes tácticos se cumplieron con puntualidad y los tres centrales del Tottenham nunca se vieron superados. Pero cuando los pulmones de los resistentes dejaron de dar abasto y los músculos comenzaron a fallar por falta de oxígeno, la pradera comenzó a descubrir espacios vacíos y en ellos aparecieron libres los futbolistas del Ajax para recibir la pelota.
La crisis energética no tardó en declararse. Se inició a partir de los diez minutos. La señal la emitió Matthijs de Ligt. Como si oliera la flaqueza entre las camisetas blancas, este adolescente de rostro pálido y cabeza dorada elevó la zaga hasta el campo del equipo local y comenzó la demolición. Todo aquello que había funcionado mientras los jugadores del Tottenham pudieron bascular, la defensa impecable, el robo y el pase largo a Llorente para desquiciar a Blind, comenzó a romperse. Fue la consecuencia inexorable de unos cuantos factores que comenzaron por el comportamiento descomunal de De Ligt, que a sus 19 años se adueñó del barrio en cada anticipación, en cada corte, en cada intervención. Su actuación resumió un mensaje apabullante para Llorente, Moura y Dele Alli. Un mensaje intimidatorio por avasallador. A De Ligt no le basta con defender su territorio de la invasión del delantero. Necesita invadir el espacio del delantero. Cada vez que se lo propuso, salió airoso como el ángel exterminador.
Los constantes movimientos de permutas y desmarques del Ajax hablan de un equipo que trasciende la innovación. La alternancia de salidas de balón con De Jong por el medio y por el lateral izquierdo; el movimiento de los extremos sin parar en busca de superioridades, y la sincronización de todos los demás por obra de Tadic, gran creador en el centro de la rueda, es el producto de un estado de gracia colectiva. Estos chicos se han encontrado un poco por casualidad y han descubierto que se encuentran ante un desafío épico que les apasiona. Hay algo espontáneo e imprevisto en este equipo. Algo efímero y glorioso que raras veces ofrece el fútbol hiperprofesionalizado. La velocidad a la que mueven la pelota y acaban reventando la presión de los equipos más avezados sería inconcebible sin ese punto de locura. El gol sintetizó su modus operandi.
Tadic recibió una pelota en la banda, en la zona en la que Pochettino mandó el acoso. Wanyama, Llorente y Alderweireld le tendieron la trampa. Pero el serbio se les escapó como Houdini porque levantó la mirada y vio a De Beek suelto a diez metros. De Beek jugó a un toque para Ziyech que se acercó a la jugada y vio libre a Neres corriendo por el extremo izquierda. El brasileño avanzó y obligó a la defensa del Tottenham a girar en masa hacia la derecha. Un sobreesfuerzo sobre el sobreesfuerzo. En lugar de centrar, Neres volvió a jugar al mediocampo en donde se sumó De Jong. El mediocentro conectó con Ziyech, y el marroquí habilitó a De Beek en la línea del fuera de juego. Colándose entre Rose y Vermaelen, se quedó solo ante Lloris y definió.
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