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El BCE abre la puerta a posponer una vez más la próxima alza en el precio del dinero
Mario Draghi podría haber soñado con un último tramo de su mandato más tranquilo. Pero la desaceleración de la economía, la incapacidad de la inflación para tomar vuelo y la creciente preocupación de los bancos por una larga perspectiva de tipos de interés ultrarreducidos obligan al presidente del BCE a repensar su estrategia. El miércoles sugirió que podría retrasar las subidas de tipos aún más de lo previsto y trató de tranquilizar a los bancos con la posibilidad de impulsar medidas para aliviar su baja rentabilidad.
Mario Draghi, presidente del BCE, el 27 de marzo en una conferencia en Fráncfort (Alemania). KAI PFAFFENBACH REUTERS
Hace solo tres semanas que el jefe del Banco Central Europeo (BCE) mostró cuán honda era la preocupación del organismo por la situación económica con el anuncio de dos medidas complementarias: el anuncio de que la esperada —sobre todo por los bancos— subida de tipos tendría que esperar al menos hasta finales de este año y la aprobación de nuevos mecanismos de liquidez para el sistema financiero. Draghi reacciona ahora con otro doble mensaje: los tipos podrían continuar en niveles mínimos más allá incluso de finales de este año; y los bancos podrían beneficiarse de algunas medidas que alivien los efectos negativos de esta situación.
“La baja rentabilidad de los bancos no es una consecuencia inevitable de los tipos negativos”, aseguró el italiano en una conferencia pronunciada en Fráncfort.
El discurso de Draghi —junto con la idea cada vez más generalizada de que la Reserva Federal de EE UU estaría barajando la posibilidad de bajar tipos— contribuyó a mejorar el ánimo de los inversores. La Bolsa de Madrid, por ejemplo, subió un 0,5%.
Las acciones de la mayoría de los bancos de la eurozona remontaron también impulsados por las informaciones de la agencia Reuters según la cual el BCE estaría estudiando cómo rebajar costes a aquellas entidades a las que impone un interés negativo —un -0,4% en la facilidad de depósito— por dejar sus fondos en el BCE: es decir, que tienen que pagar por prestar dinero. Con esta medida, el BCE quería incentivar que los bancos prestaran sus fondos disponibles en lugar de dejarlos inmóviles. Pero ahora quiere rebajar estos costes para retirar presión a las entidades.
Caramelo y palo
“Tenemos que reflexionar sobre medidas que pudieran preservar las implicaciones favorables para la economía de los tipos negativos, pero que también mitiguen sus efectos negativos”, aseguró Draghi. En la misma dirección apuntó también Yves Mersch, miembro del Consejo de Gobierno del eurobanco. Draghi insistió en una idea que ya ha repetido recientemente: el BCE dispone de instrumentos para hacer frente a las actuales dificultades; y adoptará todas las medidas que sean “necesarias y proporcionadas” para lograr sus objetivos.
Como ya es habitual en el hombre que maneja la política monetaria de la eurozona, Draghi dio una de cal y otra de arena. Porque mientras enseñaba en una mano un caramelo para los bancos, en la otra les anunciaba un posible futuro palo. El jefe del BCE dice estar preparado para actuar en caso de que se retrase el objetivo de alcanzar una inflación cercana al 2%.
“En esta situación, nos aseguraríamos de que la política monetaria sigue acompañando a la economía ajustando su orientación futura para reflejar las nuevas perspectivas de inflación”, dijo. En traducción libre, este trabalenguas significa que el tipo oficial podría seguir más tiempo en el 0%. Más allá de finales de este año, el momento señalado por Draghi a principios de este mes, después de que retrasara la subida, hasta entonces prevista para el verano.
Las palabras de Mario Draghi suelen tener efectos en los mercados de toda Europa. El miércoles, una vez más, se cumplió este axioma. Tras el discurso del presidente del BCE, la rentabilidad del bono alemán a diez años cayó a su mínimo en dos años y medio: alcanzó una tasa negativa del 0,09%, un nivel que no alcanzaba desde finales de 2016.
La perspectiva de tipos de interés al 0% por un periodo más largo del previsto arrastra a terrenos negativos el rendimiento del bono alemán, el que normalmente se considera como más seguro. Así, se llega a un hecho contraintuitivo: que un Estado cobre dinero a los que pide un préstamo para financiarse. El rendimiento del bono español llegó a tocar el 1,04%, su nivel más bajo desde finales de 2016.