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Las ventas de la cadena de supermercados cayeron un 11% y cierra el año con un patrimonio neto negativco de 166 millones Clientes en una tienda Dia. KIKE PARA
La cadena de supermercados Dia cerró su peor año con unas pérdidas de 352 millones, frente a los beneficios de 109 del año pasado, y con un patrimonio neto negativo de 166 millones, es decir, en situación de quiebra técnica. Las ventas, además, cayeron un 11,3%, hasta los 7.288,8 millones, frente a los 8.217,6 del año pasado (en su día informó de 8.620,6 millones). La cadena está inmersa en una grave crisis financiera y de negocio y el consejo de administración, capitaneado por Borja de la Cierva, y el máximo accionista, el fondo Letterone del magnate ruso Mijail Fridman se disputan el control de la empresa y pretenden reflotarla con sendos planes que incluyen ampliaciones de capital por 600 y 500 millones, respectivamente.
Como la propia cadena anticipó en octubre, los resultados son muy malos, probablemente peores de lo que se vislumbraba cuando entonces lanzó un profit warning recortando drásticamente sus previsiones. Se intuyó entonces que la cadena entraría en pérdidas, pero no se sabía el montante. Este ha sido finalmente de 352,6 millones de euros, un abismo frente a los 109 millones que dijo haber ganado en 2017 (en las cuentas de este año reexpresa esa cifra y la deja en 101,1 millones).
Se duplica la partida de remuneraciones del consejo
También registra una importante caída de las ventas, hasta 7.288,8 millones, un 11,3% menos que hace un año. Entre la caida de ingresos, las pérdidas y las provisiones que ha tenido que hacer por deterioro de activos, como avisó en octubre, su patrimonio neto se queda es ahora mismo negativo, por 166 millones, lo que sitúa la empresa en situación de quiebra técnica y necesitada de una inyección de dinero para dar la vuelta a esa cifra. Por el momento, cuenta con el apoyo de los bancos acreedores, que le han garantizado liquidez hasta mayo. Pero necesita sí o sí una ampliación de capital. El consejo actual tiene en mente una de 600 millones, asegurada por Morgan Stanley, que debe ser aprobada por la junta de accionistas, prevista para marzo.
Los accionistas tendrán que elegir entre este plan y el del fondo Letterone -ausente del consejo desde diciembre pese a tener el 29% de las acciones-, que planea la suya propia, de 500 millones como condicionada al éxito de una opa voluntaria por el 70,9% de acciones que no posee.
En un año convulso, la peor crisis de historia de la empresa, la cadena duplicó el gasto en remuneraciones del consejo. De 2 millones de euros que se repartieron los consejeros en 2017, se ha pasado a casi cuatro millones (3,97). La razón está en las indemnizaciones, partida que asciende a casi dos millones. Probablemente, se deba a la indemnización pagada al exconsejero delegado Ricardo Currás, que fue despedido en agosto, en un movimiento que auguró la tormenta que vino después. Posteriormente, ya a finales de diciembre, despidió también a Antonio Coto, que había sucedido a Currás.