"); } "); } else document.write("
");
Los ministros discutirán el sábado un documento que advierte del peligro de "tensiones sociales" si sigue esa tendencia
La brecha entre norte y sur en la UE amenaza con convertirse en un abismo después de tres décadas pérdidas en el intento de cerrarla. Los Veintiocho perfilarán este sábado su agenda para los próximos cinco años. La base de la discusión será un documento que advierte de que en los últimos 15 años se ha acentuado la “divergencia” entre norte y sur. Ese proceso es especialmente intenso en Grecia e Italia, pero también España está en el furgón de cola en cuanto a crecimiento de su renta per cápita en ese periodo. El informe avisa de un “aumento de las tensiones políticas y fiscales” si esa tendencia continúa.
El presidente del Eurogrupo, Mário Centeno, y la ministra de Economía española, Nadia Calviño, en el Eurogrupo celebrado el 21 de enero en Bruselas. OLIVIER HOSLET EFE
Los ministros de Finanzas de la UE discutirán en la reunión informal de Bucarest (Rumania) la estrategia para el próximo ciclo político. Sobre la mesa, tendrán un documento elaborado por el think tank Bruegel, al que ha tenido acceso EL PAÍS, que advierte de que la UE está fracasando en uno de los principales objetivos que perseguía la moneda única: la convergencia de las economías de sus socios. Y lo está haciendo prácticamente desde su nacimiento.
En plena desaceleración de las economías de la zona euro y con el temor de que un Brexit sin acuerdo pueda acelerar ese proceso, el informe señala los dos frentes que la UE debe cerrar. Primero, el medio punto de crecimiento que cada año le viene sacando Estados Unidos. Y segundo, la “insatisfactoria convergencia” que puede llevar a “amenazar la cohesión social” en el seno de la UE.
Los países del Este de Europa han sido los que más avanzado en este proceso de convergencia. Las rentas per cápita de países como Lutuania, Letonia, Rumania, Polonia o Bulgaria han crecido por encima del 4% anual entre 2003 y 2017. Esa diferencia de hasta tres puntos con las principales economías ha permitido ir convergiendo con las economías más ricas.
En el otro extremo están los países del furgón de cola. Y ahí está el sur de Europa. “Aquí ha habido una divergencia, al menos en partes de esa zona que son sustanciales”, sostiene el informe. En la cola está España, cuya renta per cápita han aumentado un 0,65% anual. Pero también Portugal (0,63%) o Chipre (0,57%). El saldo anual incluso es negativo para Grecia (-0,74%) o Italia (-0,24%).
En ese periodo, la renta per cápita alemana creció un 1,39% anual; la austriaca, un 1,05% y la holandesa, un 1,08%. Esa diferencia del 0,74% en un año entre España y Alemania puede parecer insignificante, pero supone que en 15 años la brecha creció un 11,1%.
Boquetes internos
Los socios deben afrontar, sin embargo, otros boquetes. Y estos se producen dentro de los propios países. Primero, la que representa la desigualdad social: si bien el Este de Europa ha ido abriéndose camino, se ha producido lo que el informe llama una “convergencia para los ricos”. Y segundo, persisten diferencias territoriales. Y ahí se aprecian los casos de Francia —donde medio país se ha quedado atrás— o España, donde Andalucía es la comunidad más rezagada y, en cambio, el País Vasco ha mostrado un comportamiento a la altura de las grandes economías del centro y el norte de Europa.
El think tank enumera el arsenal de “causas sistémicas” que explican esas brechas: la falta de una arquitectura que complete el euro, un desigual crecimiento de la productividad, la fuga de capital humano del sur durante la recesión, las carencias en innovación o la falta de centros universitarios que sobresalgan.
No cargar a las clases medias
El documento elaborado por Bruegel —firmado por Guntram Wolff, André Sapir y Maria Demertzis— traza las medidas que deberían debatir los países para aproximar sus economías. El informe considera que las diferencias en los costes de financiación de países y empresas suponen ya un primer freno, por lo que urgen a culminar la arquitectura de la Unión Bancaria que las reduzca.
El documento también hace referencia a la carga impositiva. A su juicio, el mercado único ha provocado que las grandes compañías y fortunas hayan hallado más recovecos para rebajar su factura fiscal. Por ello, los autores ven de una “gran importancia” mantener vivas iniciativas que permitan se puedan seguir gravando la riqueza, las herencias y los beneficios corporativos. “Un incremento de la carga fiscal en la clase media trabajadora sería compatible con la promesa de una economía social y de mercado en Europa”, apunta. Por último, también llama a cambiar las complejas reglas fiscales comunitarias.