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El conjunto de Laso logra el 2-0 en su eliminatoria ante el Panathinaikos gracias a la actuación estelar del base argentino Campazzo da una asistencia ante Vougioukas Emilio Naranjo EFE
La determinación febril de Facundo Campazzo noqueó al Panathinaikos (78-63) por segunda vez en tres días y colocó al Real Madrid a un paso de disputar su sexta Final Four en los ocho años de la era Laso. El base argentino se multiplicó en defensa y en ataque para liderar la exhibición madridista rumbo al 2-0 en la eliminatoria al mejor de cinco. El martes, en el OAKA de Atenas, el campeón dispondrá del primer match ball para sacar el billete a Vitoria. Con las otras tres series de cuartos de final igualadas, los blancos marcaron territorio a lo grande gracias a su atómico base que, desde su 1,79m, se agigantó como nunca (13 puntos, 7 rebotes, 9 asistencias, 5 robos y 26 de valoración). El aturdimiento de Calathes (1 punto y 7 asistencias) fue la metáfora de un equipo superado en pasión, energía y recursos por el mejor Madrid de la temporada.
Liberado del miedo de los últimos minutos del primer capítulo de la serie, el Madrid se presentó firme y desatado en el segundo. Con una defensa voraz y la intensidad de las noches grandes, con dos robos de Rudy y otro triple de Taylor, y con un Campazzo estelar (dos puntos, tres rebotes y cuatro asistencias en los primeros seis minutos), los blancos descosieron al Panathinaikos en una trepidante puesta en escena (21-6, m. 8). El conjunto de Pitino quedó abrumado por el dinamismo y el acierto del campeón (3 de 5 en triples y 5 de 6 en tiros de dos en ese tramo). Apenas Deshaun Thomas mantuvo el tipo en mitad de una tormenta que solo moderó su intensidad con el comienzo de las rotaciones. Pero, esta vez, hasta Prepelic presumió de acierto con dos triples de ocho metros (27-13, m. 12).
Entre Gist y Vougioukas lograron enderezar a duras penas a Panathinaikos con un parcial que devolvió a la pista a Campazzo y Tavares. Sin embargo, el Facu cometió su segunda falta a los pocos segundos y Laso volvió a sentarle para condurar su decisiva presencia en la eliminatoria. La personal del base argentino fue celebrada por los griegos como una conquista. Los alaridos de Antetokoumpo tras la acción y una técnica posterior a Prepelic por flopping ante Calathes soliviantaron a la parroquia madridista, liderada por Doncic y Willy Hernangómez a pie de pista, y los decibelios se dispararon en el WiZink. El ruido perjudicó al Madrid. En mitad del revuelo, se enredaron los blancos en un contragolpe con superioridad y Rudy falló la bandeja que hubiera puesto el +14 a su favor. Lo aprovecharon los de Pitino para rebajar, con defensa y paciencia, la hucha local justo antes del viaje a vestuarios (35-26, m. 20).
El Madrid rebajó su acierto en la zona (2 de 7), se quedó en 14 puntos en el segundo cuarto y sumó 11 pérdidas en la primera mitad. El contundente demarraje inicial de los blancos quedó frenado y permitió a Panathinaikos hacer la goma. Aun sin noticias de Calathes (un punto, con 0 de 7 en tiros de campo y -2 de valoración), los verdes aparecían cerca en el retrovisor madridista. Esta vez no hubo reenganche. A campo abierto ganaba el Madrid; en la espesura crecía el conjunto griego. Del debate que se libró en la reanudación salieron mejor parados los de Laso. Con un nuevo triple de Taylor, uno de los hombres clave de la serie, otro más de Carroll y un contraataque culminado por Randolph, la ventaja local volvió a dispararse a la frontera psicológica de los 15 puntos (50-35, m. 26). Por viveza, intensidad e inteligencia, Campazzo era para entonces el gobernador plenipotenciario del partido. Bajo la batuta del Facu despertó Randolph y despegó el Madrid (61-41, m. 30). Nadie paró a Campazzo, hasta que a falta de dos minutos se sentó para recibir la ovación de todo el Palacio. El Madrid está a un paso de la Final Four de Vitoria.
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