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Ambos clubes se han exprimido económicamente para contar con Griezmann y Cristiano con el objetivo de alcanzar un título que han rozado en los últimos años Griezmann y Cristiano Ronaldo AFP7 Europa Press
La siempre morbosa y amenazante presencia de Cristiano Ronaldo en territorio rojiblanco, la batalla de calcio pizarrero que se presume entre Simeone y Allegri y la fuerte apuesta económica que ambos clubes han hecho para presentarse en el mismo escenario de esta noche que acogerá la final el próximo 1 de junio han convertido el Atlético-Juve en el gran duelo de octavos (21.00, Movistar Liga de Campeones).
Si el Atlético se ha empeñado hasta exprimir sus límites financieros para conservar a Griezmann o contratar a Morata de interino, la Juventus rebuscó dinero debajo de las piedras para poder fichar a Cristiano Ronaldo, la pieza ganadora que el club piamontés consideraba necesaria para abordar la conquista de un torneo que se le resiste desde 1996. Al duelo lo agita una sobrepresión extrema.
La cita también mide a dos entidades y dos equipos devotos de la cultura del esfuerzo, representada por sus dos vedettes. Cristiano Ronaldo, 22 goles en sus derbis vestido de blanco, sigue cincelando su cuerpo en el gimnasio y tallando su dimensión como el gran goleador de la historia, 19 tantos en la Serie A y uno en la Champions. Las 10 asistencias que registra en la liga italiana también hablan de un futbolista colectivo. “Cristiano ha hecho una gran elección y está en un equipo consolidado”, asegura Simeone.
Griezmann, nueve tantos en los últimos 10 partidos de Liga, para un total de 12 (más cuatro en Champions y dos en Copa), es el gran apóstol del exigente estilo del Cholo. “Es lo que nos hace ganar y no lo cambiaremos por nada. Al final te acaba gustando recuperar balones, tirarte al suelo o ganar los balones divididos”, ha confesado el francés en la página web de UEFA. Pese al ramillete de nombres que acumulan ambos al margen de sus estrellas, el partido se espera crudo. Un revoltijo programado de táctica a la búsqueda permanente de detalles y de forzar errores del contrario.
“Juega Dybala, ¿estáis todos contentos?”, le deslizó jocoso Allegri a la prensa, además de comunicar la baja de última hora de Khedira. Uno de esos peones para estos partidos de entrenadores que lo que menos esperan es que el juego se desboque. El único precedente, en la fase de grupos de 2015 y ya con ambos técnicos en el banquillo, fueron en Madrid (1-0) y en Turín (0-0) dos clases dignas de las aulas de Coverciano, la solemne escuela de entrenadores italianos.
Si la Juve llega como dominadora insultante de su campeonato, el Atlético presenta incertidumbres por su falta de fútbol en los últimos partidos y por su estado físico. Atrás jugará gran parte de la vieja guardia (Juanfran, Godín y Filipe) para frenar al agudo tridente Dybala-Cristiano-Mandzukic. En el medio, si Simeone opta por el cuatrivote y un partido de desgaste, solo Thomas no llega o tocado (Rodrigo), o recién salidos de una lesión (Saúl y Koke). Arriba, ni Morata ni Costa están aún afilados del todo. Los argumento más sólidos que manejan Simeone y sus futbolistas son que juegan en casa —“el estadio explotará”, anticipa el técnico— y que se manejan mejor en condiciones de supuesta inferioridad, y con la Juventus señalada como favorita.
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