Los diputados españoles son un gran ejemplo de polarización en España. Solo con saber a quién siguen en Twitter, un software es capaz de clasificarlos por partidos y bloques. No hace falta que digan nada, no hace falta que interactúen entre ellos ni mencionen sus siglas. Solo con la decisión de a qué otros políticos siguen, queda clara una cosa: sobre todo les interesa saber qué dicen sus colegas de partido. Nada más.
El software intuye también quién es más probable que apoye a Pedro Sánchez en la investidura: ya se siguen en Twitter entre ellos. La amplia separación en el centro de la imagen es la frontera entre el gobierno y la oposición más probables. “Con otros sectores nunca se ven grupos tan aislados como estos. Aquí se nota una cámara de eco mayor, parece que no quieren escuchar lo que dicen los políticos de otros partidos”, dice Victoriano Izquierdo, cofundador de Graphext, empresa creadora del software que agrupa a los nuevos diputados. Al clicar encima de cada político se ven sus conexiones: azul para “sigue a”, verde para “seguido por” y rojo para los que se siguen mutuamente.
El grafo recoge las cuentas de Twitter de 298 diputados electos, un 86% de los 350 totales. El programa mira a quién sigue y por quién es seguido cada político y establece unos hilos que fijan su colocación en el grafo: los que miran más a otros partidos (o les miran más desde otros partidos) están más centrados. Por ese motivo, obviamente, los líderes están más en el centro. Los políticos que están muy adentro cobijados por las fronteras su partido son los que menos miran afuera.
Pero hay casos interesantes. El líder de ERC, Gabriel Rufián, está muy conectado con su partido, Podemos y el PSOE. Pero del PP solo sigue a dos diputadas: Andrea Levy, que también le sigue, y Cayetana Álvarez de Toledo, que no. Pablo Casado sigue a Rufián, pero no es mutuo. De Ciudadanos sigue a media docena de diputados, pero ni a Albert Rivera ni a Inés Arrimadas. Estas decisiones en Twitter no son gratuitas.
Del PP, Rufián solo sigue a dos diputadas: Andrea Levy, que también le sigue, y Cayetana Álvarez de Toledo, que no
Albert Rivera solo sigue a una diputada de Podemos (además de Pablo Iglesias): Aina Vidal, de En Comú Podem. El único miembro del Gobierno o del PSOE, además de Sánchez, a quien sigue Rivera es el ministro de Ciencia, Pedro Duque. Duque es claramente el ministro que más consenso despierta en los otros partidos. Inés Arrimadas es algo más plural que Rivera con la izquierda, y también con Vox. Rivera les ignora, pero Arrimadas se sigue con Santiago Abascal e Iván Espinosa de los Monteros.
El lugar dentro del partido también da pistas sobre los políticos: Marcos de Quinto es el político de Ciudadanos más cercano al PP. Toni Roldán y Martá Martín Llaguno son los más cercanos a la izquierda.
La colocación de los partidos como bloques también es indicativa. Vox vive entre PP y Ciudadanos: no está más cerca de uno que de otro. Parece que entre ambos, además, aspiran a impedirle el paso hacia el centro del Congreso. El origen catalán de Ciudadanos se nota por sus conexiones con el independentismo catalán y porque tiene más diputados que vienen del Parlament catalán. Por su parte, Unidas Podemos es la formación que más relación tiene con los partidos catalanes.
Ana Oramás, de Coalición Canaria, es un ente propio entre PSOE y PP, aunque solo se sigue mutuamente con dos diputados del PP, Pablo Casado y Guillermo Mariscal. Es probable que el origen geográfico también cree vínculos.
Aitor Esteban, del PNV, juega otro papel equidistante, aunque esté cerca de los nacionalistas y Podemos
Aitor Esteban, del PNV, juega otro papel equidistante, aunque esté colocado cerca de los nacionalistas y Podemos: le siguen líderes de PSOE, Podemos, PP y hasta Juan Carlos Girauta, de Ciudadanos, pero él no sigue a nadie. De hecho, incluso entre los miembros de su partido, Esteban solo sigue a Idoia Sagastizabal.
Uno de los diputados que más mira hacia fuera y eso le lleva a estar más en el centro del grafo es el catalán Sergi Miquel Valentí, del Partit Demòcrata. Sigue, sin ser correspondido, a unas 30 cuentas de políticos de Ciudadanos, PP y PSOE. Será el vigía de su partido o creerá que es bueno saber qué dicen los demás. Es quizá el único que lo hace en todo el Congreso.
El tamaño de la imagen de cada político no es su número de seguidores, sino el total de seguidores que suman las cuentas que le siguen. Pablo Iglesias tiene más seguidores que Pedro Sánchez en Twitter, pero a Pedro Sánchez le siguen más políticos con más seguidores. Por eso es más grande.
El Congreso según Twitter en enero de 2016.
El tamaño permite ver también a quién se presta atención en cada partido. Pedro Sánchez es obvio en este momento, pero en el PSOE por ejemplo los segundos son el ministro de Fomento, José Luis Ábalos, que también es secretario de Organización del partido, y el ex alcalde de San Sebastián, Odón Elorza, que es un enorme foco para la izquierda pero que solo tiene relación más allá con la expresidenta del Congreso, Ana Pastor, y tres diputados de Ciudadanos. Es un buen ejemplo de la polarización del Congreso. A pesar de los nuevos partidos, no ha cambiado tanto.
El grafo puede tener algo de sesgo de los políticos que tienen cuenta en Twitter más por obligación que por ganas de decir cosas o de escuchar a otros. El secretario general de Ciudadanos, José Manuel Villegas, ha estado en muchas negociaciones y su voz es importante dentro de su partido, pero sigue a su gente y a Pablo Casado y punto. Tampoco nadie le presta mucha atención desde fuera. Debe hablar en otros foros.
La legislatura está aún por empezar y algunos de estos nodos puede cambiar. Pero las bases de la polarización están asentadas.