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El mandatario anuncia que impondrá una tasa del 10% a productos chinos por valor de 300.000 millones de dólares Trump, el lunes, en la Casa Blanca. CARLOS BARRIA REUTERS
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, está frustrado por el escaso avance en las negociaciones comerciales con China. Por eso el mandatario parece decidido a ir a la escalada total en la batalla comercial con su rival al anunciar que a partir del 1 de septiembre activará un arancel del 10% sobre las importaciones que llegan del país asiático que hasta ahora quedaban al margen del conflicto. Este nuevo arancel afectará a productos valorados en 300.000 millones de dólares, con lo que la totalidad de los productos que EE UU compra a China estarían gravados con aranceles.
El presidente ha lanzado su amenaza este jueves en Twitter después de reunirse en la Casa Blanca con el representante de Comercio Exterior, Robert Lighthizer, a su regreso de la ronda de negociaciones que ha tenido lugar esta semana en Shanghái. En un primer tuit, Trump ha asegurado que las discusiones con China esta semana han sido “constructivas”, pero ha recordado a continuación que el pacto se esperaba hace tres meses.
“Lamentablemente decidieron renegociar”, ha añadido. Trump ha acusado a Pekín de faltar también a su promesa de empezar a comprar mayor cantidad de productos agrícolas a cambio de que se retomaran las negociaciones. “Pero hasta ahora no lo han hecho”, se queja el mandatario. También ha lamentado que no se haya puesto fin a las ventas de fentanilo, el potente medicamento que ha disparado la adicción a los opiáceos y ha provocado una oleada de muertes en EE UU, como le había prometido Xi Jinping tras la reunión que mantuvieron en el marco de la reunión del G20 en Japón.
Las discusiones con los negociadores chinos está previsto que se retomen en septiembre, según lo pactado. Trump dice que “las conversaciones continúan” y espera que el diálogo abierto acabe dando frutos. Pero al mismo tiempo que activará “un pequeño arancel adicional del 10% en los restantes 300.000 millones de dólares en bienes y productos que vienen de China”. Es el método que el propio Trump describe en su Arte de la negociación: presionar a su oponente mientras mantiene abierto el diálogo para ganar ventaja. Sin embargo, Pekín ya advertía el miércoles, al fin del encuentro con Lighthizer y el secretario del Tesoro, Steve Mnuchin, que "no tiene ningún sentido" que Washington use esa vía de presión.
La reunión en Shanghái duró menos de lo esperado, una clara señal de que no se registraron avances más allá de mostrar una buena disposición a seguir dialogando. Pero mientras las partes trataban de recomponer las negociaciones, el presidente volvía a criticar a los chinos por retrasar deliberadamente el proceso con la esperanza de que los demócratas ganen las elecciones de 2020.
“Saben que si yo gano, el acuerdo será mucho más duro”, declaró esta semana el presidente, que insiste en que solo firmará un pacto que sea bueno para EE UU. Las negociaciones comerciales quedaron suspendidas en mayo, cuando Trump ordenó que se elevaran los aranceles del 10% al 25% a 200.000 millones de bienes importados. China respondió con impuestos aduaneros a productos estadounidenses valorados en 60.000 millones.
Ya el pasado verano se activaron los primeros aranceles que afectaron a productos valorados en 50.000 millones. De esta manera, todos los bienes que llegan de China están sujetos a un gravamen al cruzar la frontera. Este afectará a empresas tan diversas como el gigante de la maquinaria Caterpillar, la compañía aeroespacial Boeing, la de mensajería FedEx y los dispositivos electrónicos de Apple.
Peter Navarro, el principal asesor del presidente en cuestiones comerciales y uno de los halcones de la Casa Blanca, comentaba antes del anuncio que Trump veía un claro beneficio económico en los aranceles. “Son buenos”, comentó en Fox News, “porque aumentan la recaudación”. Eso, a su vez, “ayuda a defender nuestra industria siderúrgica y del aluminio al tiempo que nos ayuda a negociar”.
El anuncio ha sido recibido con pesimismo en Wall Street y ha cogido por sorpresa a los inversores. Los índices de referencia en el mercado neoyorquino subían más de un 1% al arrancar la sesión del jueves. Hasta que el presidente lanzó los cuatro mensajes y dieron un vuelco en segundo, para pasar a caer cerca de un 1% porque la guerra comercial sigue ganando intensidad.
La reacción de Trump podría reflejar también su descontento con la Reserva Federal, que en la víspera rebajó los tipos de interés un cuarto de punto utilizando como justificación la incertidumbre económica que genera la batalla arancelaria. El presidente republicano, sin embargo, esperaba una acción más agresiva por parte del banco central. El alza de los aranceles eleva los riesgos para la economía y podría forzar a la Fed a un nuevo recorte en septiembre.