España era para el FMI un ejemplo de que sus reformas funcionan. Pero la complacencia parece haberse agotado. Aunque el Fondo se deshace en elogios con la recuperación de la economía española, su crecimiento mayor que la media europea, la fuerte creación de empleo, el considerable desendeudamiento privado y las ganancias en competitividad, también advierte de que se ciernen riesgos. La deuda pública, el paro y la precariedad laboral son elevados. Y el país lleva sin adoptar reformas que atajen sus problemas desde 2013. Además, alerta del riesgo de que el Gobierno las revierta, si bien observa que lo tendrá difícil al estar en minoría.
En línea con su recetario habitual, el organismo pide medidas fiscales adicionales “fiables” con el fin de recortar el déficit público. Recomienda reformas de las pensiones porque si sus alzas solo se vinculan a la inflación, el déficit se disparará. Critica la subida del 22% en el salario mínimo porque perjudicará al empleo de jóvenes y poco cualificados. Considera distorsionadoras la tasa Google, la financiera y la bajada de impuestos a pymes. Y defiende que resulta mejor subir el IVA reducido y los impuestos verdes y especiales. Una vez más, aboga por hacer más atractivo el contrato indefinido recortando el coste de la indemnización.
“El Presupuesto de 2019 necesita incluir un paquete de medidas de ajuste fiables”, dice el informe anual sobre España del Fondo Monetario Internacional (FMI), el conocido como Artículo IV. Algunas de las medidas que plantea el Gobierno tendrán “un resultado incierto, en particular aquellas que se refieren a nuevos impuestos y políticas”. En consecuencia, la institución que dirige Christine Lagarde considera importante “limitar el riesgo de que el Presupuesto se quede corto”, “añadir medidas” y “estar preparados para poder adoptar un plan de contingencia”.
Aumentar la recaudación por IVA e impuestos verdes es “preferible” a las iniciativas incluidas en el Presupuesto, sostiene el documento. De la tasa digital y la financiera dice que pueden brindar ingresos pero que son distorsionadoras y que es mejor coordinarse internacionalmente para evitar la huida de bases imponibles a otros países. Y sobre la rebaja del impuesto a las pymes afirma que es un desincentivo al crecimiento de las empresas. A la hora de elaborar ese plan presupuestario por si las cuentas vienen mal dadas, añade que “las opciones por el lado de los gastos también deberían ser identificadas”.
Colchón para afrontar turbulencias
Según sus proyecciones, con el actual Presupuesto planteado por el Gobierno, el déficit público se quedará en 2019 en el 2,4% del PIB, lejos del 1,3% que exige Bruselas y el 1,8% al que aspira el Ejecutivo de Pedro Sánchez. Los técnicos del Fondo validan el objetivo del 1,8%. Pero consideran que es “crítico” alcanzar ese 1,8%. Incluso si el Presupuesto de 2018 se prorrogase en 2019 sin decretos de gasto adicionales, el desfase presupuestario se situaría en el 2% del PIB.
El FMI insiste mucho en aprovechar ahora que hay bonanza para reducir el déficit y la deuda y poder disponer de un colchón con el que afrontar turbulencias. De lo contrario, “España se vería forzada a un ajuste procíclico si la economía es golpeada por un shock”, dice. Y argumenta que este objetivo es compatible con la reducción de la desigualdad que busca el Ejecutivo de Sánchez. A juicio del organismo radicado en Washington, lo ideal sería ingresar más por IVA y contar con un mejor diseño de los impuestos, subiendo impuestos verdes y especiales y eliminando deducciones para conseguir ingresos adicionales, de los que se tendría que dedicar una parte a medidas focalizadas hacia los más vulnerables.
La reducción del déficit es esencial, sobre todo porque el crecimiento va a ralentizarse según pierde fuerza el ciclo. Debido al peor comportamiento del sector exterior este año, el FMI rebaja sus previsiones de crecimiento del 2,7% al 2,5%, y la proyección de 2019 la deja igual, en el 2,2%.
El otro punto básico para asegurar la sostenibilidad de las finanzas públicas son las pensiones. Según el Fondo, es cierto que se debe asegurar la aceptación social de las reformas. Pero si solo se vinculan las revalorizaciones de las prestaciones a la evolución de la inflación, entonces el déficit de la Seguridad Social aumentará entre tres y cuatro puntos del PIB para 2050. Es decir, el agujero actual se triplicará. Y ello pondrá aún más presión sobre unas generaciones de jóvenes que son los que, en opinión del Fondo, más han sufrido la crisis. Entre las reformas que urge abordar, cita los incentivos para trabajar más años, indexar la edad de retiro a la esperanza de vida, elevar los ingresos por autónomos y sueldos altos o el ahorro suplementario. “Mientras hay espacio para financiar algún gasto adicional en las pensiones, el margen es bastante limitado dadas las ya elevadas cotizaciones sociales”, reza el documento. O dicho en román paladino, no basta solo con los ingresos. En su particular jerga, el Fondo habla de un “paquete sostenible”.
Reforma laboral
En cuanto al mercado de trabajo, el FMI aboga por mantener la esencia de la reforma laboral. Sostiene que hace falta atajar la temporalidad y que para ello es necesario estrechar las diferencias en costes entre temporales e indefinidos. Pero que no se debería hacer encareciendo el temporal, luego la conclusión inevitable es que hay que “reducir los costes de contratar y las indemnizaciones por despido para los trabajadores fijos”. Entre esos costes incluye clarificar la lista de causas por las que se declaran nulos los despidos y apunta a la creación de la llamada mochila austriaca, que hace que el empresario pague mes a mes por adelantado una parte del despido de forma que se acumule en una mochila que el trabajador pueda llevar consigo. A fin de defender las reformas realizadas, el FMI menciona un estudio propio en el que calcula que solo la reforma laboral de 2010 contribuyó a un quinto de la mejora de las exportaciones hasta 2013.
Y pone especial énfasis en que los aumentos de sueldos deben acometerse en línea con los incrementos de la productividad. Para lo que “es decisivo que las empresas puedan seguir fijando los salarios según sus condiciones de negocio”, cosa que ahora el Ejecutivo de Sánchez quiere devolver a sindicatos y patronal.
En cuanto al alza del 22% del salario mínimo para el año que viene, el Fondo cree que “pondrá en riesgo las oportunidades de empleo de los jóvenes y los menos formados”. “La proporción del salario mínimo respecto al salario medio subirá rápidamente para convertirse en una de las más altas de la UE. Por tanto, está justificado permitir una mayor diferenciación con el salario mínimo”, concluye. Por el contrario, sí que explica que los incrementos del salario mínimo fueron beneficiosos en 2017 y 2018 porque afectaron a “un reducido número”.
Respecto a la banca española, alaba los avances conseguidos, pero recuerda que todavía acumula una morosidad elevada y que se encuentra por detrás de sus pares europeos en los niveles de solvencia.